lunes, 20 de septiembre de 2010

Se nos fue el abuelo Labordeta


Tengo una tía que no se caracteriza precisamente por callarse lo que piensa. Un día fue a tomar el aperitivo a un bar de una preciosa ciudad medieval y allí se topó con uno de sus clientes asiduos: José Antonio Labordeta. Mi tía no pudo menos que acercarse a saludar a ese hombre que tantos buenos momentos le había hecho pasar frente a la tele a golpe de cayado y con una mochila sobre la espalda. Este fue el inicio del diálogo (aproximadamente, porque en mi familia somos todos muy literarios):
- Buenos días, señor Labordeta. Quería saludarle y decirle que estuvo usted muy bien en el congreso cuando dijo todo eso... (NOTA MÍA: Creo que todos sabemos a que momentazo se refería, pero lo adjunto más abajo).
- Muchas gracias, pero no todo el mundo piensa igual que usted.
- Pues yo sí pienso que estuvo estupendo. Que lo sepa.
Cuando José Antonio Labordeta acabó su consumición, y a pesar de que el bar estaba hasta las trancas, se acercó hasta donde estaba mi tía para despedirse cariñosamente de ella con otro apretón de manos. Aunque yo ya era fan hasta los tuétanos de este hombre sencillo y campechano, ese sencillo gesto, fuera de cualquier atisbo de divismo que otros muchos tienen por mucho menos, le hizo aún más cercano a mí y a los míos, casi familiar. Por eso ayer lloré de corazón cuando me enteré de que "el abuelo" ya no estaba con nosotros.



Adjunto también esta preciosa canción:

No hay comentarios:

Publicar un comentario