martes, 30 de octubre de 2012

Héroes de carne y hueso


Hace unos días, si no recuerdo mal el pasado domingo, falleció Antonio Meño, el joven madrileño que permaneció en estado vegetativo durante 23 años por una negligencia médica durante una intervención de cirugía estética. Con las presentes palabras no quiero pedir un recuerdo hacia su persona, sino hacia sus padres, Juana Ortega y su marido, ese tipo de seres, más humanos que otros,  a los que todos tenemos que tener presentes, admirar e intentar emular en el día a día, y no a los Cristianos Ronaldos o a los Messis. Ellos fueron mucho más allá de lo que sus posibilidades les podían permitir a priori, y se enfrentaron a todo y a todos no solo para conseguir el consuelo de una justicia para su hijo, que lamentablemente solo llegó en forma de un dinero “envenenado”, como la propia Juana ha manifestado, sino que hicieron todo lo que estaba en su mano y mucho más para aliviar el sufrimiento físico de su hijo, aún a costa de no disfrutar de sus propias vidas. Todos los que desgraciadamente hemos tenido que presenciar durante un tiempo el dolor, físico y moral, de un ser querido, no podemos menos que sentir admiración eterna ante estas personas, humildes sin dejar de ser enormes. Su ejemplo y su lucha me impulsan a intentar ser una mejor persona y a retomar este blog que cierta debilidad de espíritu me había llevado a dejar aparcado. A ellos va dedicada esta entrada.