domingo, 18 de octubre de 2009

"40 El Musical", oda a los intereses de Prisa


Definitivamente los musicales teatrales no son lo mío. Quien quiera encontrar en ellos sesudas reflexiones sobre la existencia del alma lo lleva crudo. Sin embargo, los amantes del género que paguen religiosamente su entrada, que me consta que no es precisamente barata, verán cumplidas sus expectativas con "40 El Musical".


Y es que cuenta con canciones pegadizas, una trama cargada de humor, amor y tragedia -excesiva esta en su segundo acto-, una explosiva escenografía, cantantes y bailarines guaperas... Pero los profenos le podemos encontrar algunas pegas. La primera, el argumento, que se parece más a un episodio de "Escenas de matrimonio" que a "La casa de Bernarda Alba". Daniel Sánchez Arevalo, autor del libreto y de películas como "Azúloscurocasinegro" o "Gordos", recurre a chascarrillos y a temas que siempre provocan el morbo, como la represión de la homosexualidad, la infidelidad o la burla hacia la religión, y que además lo hace de forma algo casposa. A mí personalmente me gusta un millón de veces más una obra de la sin par Lina Morgan que este sainete rítmico. Pero entretiene, que es lo que importa.


La elección de canciones salta a la vista, bueno, mejor al oído, que responde a una serie de intereses empresariales, ya sabéis, me refiero a la relación de la emisora de Prisa con ciertas discográficas. Solo así se explica la presencia de un tema de Nena daconte o dos de Miguel Bosé y de su amigo Alejandro Sanz, y la ausencia de nuestro añorado Michael, Beatles, U2, el Boss, o, sin irnos tan lejos, del maestro Serrat. Si pretenden ser representativos no lo consiguen. Pero todo el mundo se las sabe, que es lo que importa.


Y respecto al reparto, ellas dejan el listón algo más alto que ellos, por lo menos en lo que a interpretación vocal se refiere. Y las coreografías ni fu ni fa, nada espectacular ni sorprendente. Pero ellos están tremendos y ellas jamonas, y es lo que importa.


En definitiva, "40 El Musical" te ofrece ni más ni menos que lo que se podía esperar: un producto comercial dirigido a un público que solo quiere pasar un rato divertido y no pensar en demasía. Le auguro un grandísimo éxito.

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