sábado, 2 de enero de 2010

Comidas de empresa: ¡Cuidado con el despiporre!


Si hace unos días os hablaba de la melancolía que me producen las cenas navideñas con amigos, hoy hablaré del sentimiento que me provoca mi comida navideña de empresa, que es todo lo contrario: euforia. Y es que estoy convencida de que muchas parejas han sobrevivido mucho más tiempo del que debieran precisamente gracias a este tipo de eventos, en lo que hay que ver como se despendola la gente, y se deshace de toda la presión laboral-familiar-sentimental a golpe de cadera. Y por las misma razón, creo que otras muchas parejas se habrán venido abajo.

Y es que en estos guateques la peña pierde los papeles que da gusto (en una de hace unos años una incluso se saco una teta en un bar), aunque en la gran mayoría de los casos no llega la sangre al río. Aún así, creo que son muy necesarios para nuestra salud mental. Soy de las que siempre le ha encantado ver a los jefes perder el control y bailar "Macarena" con la corbata atada en la frente. Esa imagen se me repite mucho en la mente a lo largo del año. Por otro lado, muchas veces las mujeres nos vemos obligadas a hacer "la cobra" ante el baboso de turno o a apartarnos de ese otro que arrima "la cebolleta" todo lo que puede, pero en los últimos tiempos he observado que los chicos también son sometidos al acoso de las "depredadoras de medianoche". No está mal que en esto también llegue la igualdad. De cualquier manera hay que tomárselo con sentido del humor mientras te tomas un gelocatil al día siguiente. Eso sí, cuidado con lo que se dice, que estos fiestorros no son el mejor lugar para exponer quejas laborales.

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