Ni el de Gonzalo Miró con Amaia Montero, ni el de Viggo Mortensen con Ariadna Gil... Sin lugar a dudas el romance más increíble y genial de lo que llevamos de año es el que protagonizan Tamara Falcó y Luis Medina. Aún no he visto imágenes de semejante unión, pero si lo ha dicho el Hola va a misa, que para algo las madres de ambos son sus sumas sacerdotisas... Bueno, más la de ella que la de él.
Cuando la monarquía española se ha acercado al pueblo llano en forma de currante divorciada con piso en Valdebernardo, la nueva realeza, la del papel couché, hace oídos sordos y sigue con la endogamia que siempre le ha caracterizado. Tamara es, sin duda, la más guapa de las hijas de Isabel Preysler. Sin embargo, la pobrecita mía la caga cada vez que abre la boca. Aún estoy intentando entender cómo pudo chocarse frontalmente con su Mini Coupé contra el Starbucks de la calle Fuencarral saliendo de un garaje que había en el local de al lado... ¡Mira que debe ser difícil! Pero ella es así, única. Pero para único él. También sigo flipando después de verle en el super-hiper-pijo de la muerte programa de Marta Robles en Telemadrid. Allí hablaba de sus objetos preferidos, como esas horripilantes camisas azules con el cuello blanco, o sus "sleppers", calzado que él mismo distribuye y, que no venga a engañarnos, son las zapatillas de estar por casa de toda la vida pero que tienen un bordado muy chic en vez de la hoja de marihuana que ha llevado mi "pariente" hasta hace unos días. En fin, que son tal para cual.
Como conclusión, si ya tenía ganas de ver cómo serán de mayores los hijos de Brangelina y de Steffi Graf y André Agassi, no os quiero ni contar las que tengo respecto a los churumbeles de estos dos. ¡Que el amor os dure muchos años!
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